martes, noviembre 04, 2008

Día 459, martes

Un día me confesó que no relacionaba muy bien las cosas. Si lloraba toda noche, por ejemplo, no relacionaba eso con levantarse en la mañana con los ojos irritados. Simplemente no lo hace. Lo que, de hecho, le otorga una gran libertad. Por tanto, si ella besaba a un chico y se lo llevaba a la cama, al día siguiente no tenía problema con venir a contármelo. Al principio, no se imaginaba que una cosa así podía traer consigo serias consecuencias para nuestra relación. Entonces yo no sabía que para ella besar un chico no tenía nada que ver con estar conmigo, así como no tenía nada que ver comer cuatro anticuchos y después estar mal del estómago. De todas formas, continué saliendo con ella, aceptando su conducta aparentemente irracional, confiando en que algún día simplemente se nos borre de la cabeza aquella idea, que desaparezca como por arte de magia, apaciguando de una vez por todas mis paranoias, inseguridades y monomanías. Ahora, en cambio, creo que todos deberíamos ser un poco como ella. Aunque eso implique para nosotros conductas tan violentas como bajar corriendo por las escaleras con los patines puestos.